
La vida de Juan José, un técnico en refrigeración oriundo de Tucumán, ha sido un reflejo de los contrastes sociales y de la lucha constante por encontrar un lugar en el mundo. A los 35 años, Juanjo es un hombre marcado por las cicatrices de un pasado difícil, pero con un futuro lleno de desafíos y esperanza. Hoy vive en Neuquén Capital, pero no en las condiciones que alguna vez imaginó para su vida.
Durante cuatro meses, Juan José encontró refugio bajo un puente en Neuquén, un lugar que, aunque precario, le ofreció algo que muchos no pueden encontrar: un espacio donde dormir. En su relato, Juanjo nos cuenta que, a pesar de su situación, siempre intentó ganarse la vida con trabajos humildes como limpiar vidrios en semáforos, una tarea que realiza con dignidad a pesar de las pocas oportunidades laborales disponibles.
“No tengo dónde estar”, es la frase que resume su situación. Vivir en la calle no es solo cuestión de espacio, es también una lucha contra el desarraigo, la soledad y la incertidumbre. En su caso, como en muchos otros, esta situación es el resultado de una vida marcada por la adicción y la delincuencia, aspectos de los que ha tratado de alejarse, pero que siguen siendo una parte de su realidad.
Un incendio que refleja una realidad dura
Recientemente, la situación de Juan José dio un giro inesperado cuando, como parte de su vida en la calle, fue desalojado del puente donde había estado viviendo. La razón de su desalojo fue un incendio que se originó en el lugar donde él se encontraba, debido a la quema de residuos acumulados por las personas que, como él, vivían allí. Juan José, aunque sufrió mucho por perder su refugio, se siente afortunado de que no hubo víctimas mortales. “Lo más importante es que no hubo muertos”, dice con un tono de alivio.
El incendio, como nos cuenta, se desató en un contexto de olvidada acumulación de basura, en la que se encontraban colchones, restos de ropa y otros desechos. El fuego comenzó cuando alguien, sin medir las consecuencias, encendió una chispa. En un gesto desesperado, Juan José y otras personas intentaron sofocar las llamas sin éxito, hasta que finalmente la Municipalidad y la policía intervinieron.
El ciclo de la exclusión social y el trabajo digno
Más allá del drama del incendio y el desalojo, Juan José se enfrenta a una realidad que pocos logran comprender: la lucha diaria por la supervivencia en un contexto donde las opciones laborales son limitadas, y donde los sistemas de asistencia son insuficientes para quienes, como él, han caído en el abismo de la pobreza extrema.
Juanjo es un hombre de trabajo. Aunque su vida en la calle se ve marcada por la adicción, nos asegura que siempre ha tratado de mantenerse ocupado, buscando trabajo dignamente. “Lo que sea, pero algo digno”, repite con orgullo. A pesar de no tener un lugar fijo para vivir, Juanjo sabe que su habilidad en refrigeración, como en la reparación de heladeras, puede abrirle puertas, aunque lamenta que las oportunidades laborales no lleguen fácil para alguien en su situación.
En su relato, menciona cómo, en varias ocasiones, le han ofrecido entrar en negocios ilícitos, como la venta de drogas. Sin embargo, Juanjo siempre ha elegido seguir su camino y rechazar esas propuestas, aunque reconoce que no es sencillo. “No quiero que mis hijos me vean así”, dice con un dejo de tristeza, recordando que tiene tres hijos, dos en Santiago y uno en Tucumán.
Los refugios y la falta de soluciones
El sistema de asistencia que debería brindar un respiro a personas en situación de calle no siempre está preparado para recibir a quienes más lo necesitan. Juan José intenta buscar refugio en distintos lugares, pero muchos están colapsados o no aceptan a personas que consumen sustancias. “El cura brochero ya no recibe gente”, relata sobre el refugio más cercano que conocía, pero lamentablemente, tras la muerte del sacerdote, el lugar cerró sus puertas.
A pesar de los esfuerzos por conseguir algo de ayuda, Juan José sigue enfrentando el mismo vacío institucional. Los albergues no aceptan a personas con adicciones, y las oportunidades laborales son escasas. “Si tuviera trabajo, cambiaría mi vida”, reflexiona mientras mira hacia el futuro, sin perder la esperanza de salir adelante.
Una lucha constante en un mundo desigual
Juan José es solo uno de muchos jóvenes que, en algún momento de sus vidas, tomaron el camino de la desviación social, pero que hoy intentan encontrar una salida. Su historia es una de superación y de lucha constante por la dignidad. Nos cuenta cómo, a pesar de haber pasado por momentos de desesperación, sigue buscando una oportunidad que lo saque de su realidad.
“No pido mucho, solo que me den una oportunidad de mostrar lo que sé hacer”, dice con firmeza. Su historia no es solo una historia de una persona en situación de calle, es una llamada de atención sobre la exclusión social y sobre las condiciones de vida de miles de personas que viven en la marginalidad.
Hoy, mientras se enfrenta a los escombros de su vida en la calle, Juan José sigue mirando hacia el futuro, esperando encontrar un trabajo que lo ayude a reconstruir su vida y a darles a sus hijos un futuro mejor.