
En un giro que generó confusión e indignación, la fiscalía confirmó que Julio Enrique Aquines continúa detenido en la Unidad de Detención N°11, pese a que fuentes oficiales habían indicado en primera instancia —de manera off the record— que se encontraba en libertad. La información inicial encendió las alarmas en Valentina Sur, el barrio de origen del condenado y escenario de la Masacre del Limay.
Según relataron familiares de las víctimas sobrevivientes, en los últimos días creyeron habérselo cruzado en la vía pública, lo que los llevó a movilizarse junto a vecinos hasta la sede de la fiscalía para pedir explicaciones. Allí se les informó que Aquines sigue cumpliendo condena y que no se ha dispuesto su liberación.
El caso se remonta al 16 de noviembre de 1998, cuando Aquines, entonces de 24 años, atacó a cinco adolescentes que pescaban en la ribera del río Limay. Armado con un cuchillo y una réplica de pistola, los redujo, ató y trasladó a un sector apartado. Carlos Trafipán (16), Cayetano Correa (17) y César Correa (14) fueron asesinados con cortes en el cuello y luego calcinados en una fogata improvisada. Juan Carlos Urra y Claudio Painebilú sobrevivieron tras fingir su muerte y caminar varios kilómetros hasta pedir ayuda.
La investigación cerró el cerco sobre Aquines rápidamente: se hallaron en su domicilio ropa ensangrentada y pertenencias de las víctimas, además de que testigos lo vieron intentando vender objetos robados a los adolescentes. En 1999 fue condenado a prisión perpetua, con informes psiquiátricos que advertían un alto riesgo de reincidencia.
La confusión generada por la versión de su supuesta liberación provocó un clima de tensión en el barrio. Vecinos y familiares advierten que no se sienten seguros ante la posibilidad de que el condenado recupere la libertad, y temen que, de ocurrir, pueda repetirse una tragedia. En Valentina Sur, la pequeña capilla en memoria de Cayetano y César Correa sigue en pie, aunque cubierta por la maleza, como símbolo de un duelo que nunca se cerró.