
Un adolescente sufrió el robo de su bicicleta frente a una heladería y horas después su madre recibió mensajes extorsivos exigiendo dinero a cambio de la devolución del vehículo. El hecho ocurrió el domingo pasado en la esquina de Godoy y Galarza, donde el joven dejó su bicicleta apoyada mientras compraba un helado. En ese momento, un delincuente que había estado esperando la oportunidad aprovechó para llevársela.
El ladrón fue captado por cámaras de seguridad mientras hablaba con un motociclista que esperaba un pedido. Segundos después, se alejó con la bicicleta, dejando al joven sin posibilidad de recuperarla. A pesar de estar a solo unos metros de distancia, el adolescente no pudo reaccionar a tiempo para evitar el robo.
Horas después, la madre de la víctima comenzó a recibir mensajes en su cuenta de Facebook con información sobre el delincuente. Sin embargo, lo que parecía ser un intento de ayuda se convirtió rápidamente en una extorsión. Un desconocido afirmó tener contacto con el ladrón y le exigió dinero a cambio de devolver la bicicleta.
El extorsionador, quien negó ser el autor del robo, amenazó a la madre del joven si intentaba delatarlo. En los mensajes, le advirtió que conocía su dirección y que no intentara recuperarla por otros medios. «Si me nombrás a mí, las amenazas que verás», escribió, dejando en claro el tono intimidatorio de la conversación.
La víctima identificó al extorsionador como el motociclista que habló con el delincuente antes del robo. Esta conexión generó sospechas sobre una posible red de delincuentes que no solo sustraen objetos, sino que también recurren a la extorsión para obtener dinero de sus víctimas.
Este tipo de delitos se ha vuelto cada vez más frecuente, con delincuentes que buscan ganancias rápidas sin necesidad de vender los objetos robados. El «rescate» de bienes sustraídos se ha convertido en un nuevo modelo de extorsión, similar a lo que ocurre con las mascotas robadas, donde los delincuentes contactan a los dueños para pedir dinero a cambio de la devolución.
El tono amenazante de los mensajes expone el nivel de impunidad con el que operan estos grupos delictivos. «No me vas a encontrar, mamita. Sé dónde vivís», escribió el extorsionador, añadiendo detalles sobre la vivienda de la víctima y advirtiéndole que no intentara enfrentarlos.
Las redes sociales se han convertido en un canal clave para este tipo de extorsiones, mientras que la justicia enfrenta dificultades para frenar estos delitos. Muchas veces, hasta que no se radican denuncias formales, es complicado actuar contra los responsables. Mientras tanto, las víctimas quedan atrapadas entre la pérdida de sus pertenencias y la presión de los delincuentes.