
Sin demasiadas esperanzas, Unión por la Patria y otros bloques de la oposición dura presionan para sesionar en la Cámara de Diputados durante el receso invernal, pero están condicionados por la extrema volatilidad de los gobernadores, que después de haber mostrado sus cartas en el Senado, ahora prefieren otorgarle tiempo al Gobierno para que los convoque a un diálogo que destrabe sus reclamos de recursos coparticipables.
Los mandatarios no quisieron llegar tan lejos en la confrontación con el oficialismo cuando mandaron a sus senadores a votar los proyectos de reparto de ATNs e impuesto al combustible, pero la pasividad e impericia del Poder Ejecutivo que desoyó sus plegarias los obligó a jugar fuerte y a fondo.
Con el diario del lunes, el presidente Javier Milei anunció que vetará ambas iniciativas si llegaran a ser ley en la Cámara de Diputados, y sin pudor alguno maldijo del primero al último gobernador, metiendo a todos en la misma bolsa, acusándolos de querer «destruir al Gobierno».
El mandatario salteño, Gustavo Sáenz, de buen diálogo con la Casa Rosada, se quejó por este trato a los gobernadores que no discriminó entre aliados y opositores al Gobierno, y le recordó la ayuda que muchos de ellos le entregaron al oficialismo a cambio de casi nada.
Después de haber apretado en el Senado, los jefes provinciales están en modo espera y no le darán el gusto a la oposición dura para que puedan volver a golpear al Gobierno en su momento de mayor debilidad.
La especulación de los gobernadores, que se llevaron la pelota al córner para que el tiempo transcurra, le da aire al Poder Ejecutivo para pensar la próxima jugada.
¿Le ofrecerá a las provincias recursos por afuera del Congreso para descomprimir y salir del aprieto parlamentario? ¿O persistirá en la cerrazón y se encomendará a las fuerzas del veto presidencial?
No está claro el panorama, pero en el oficialismo agradecen el puente de tiempo que le dan los gobernadores.
El factor tiempo es clave porque después de las vacaciones de invierno vendrán los cierres de lista nacionales, y después las elecciones, y si al oficialismo le va bien, cambiará el clima y le quitará fuerza a las ofensivas opositoras del futuro.
Claro que si hay voluntad política, siempre habrá posibilidad de encontrar un lugar en el calendario para abrir el recinto y hacerle los goles al Gobierno.
Voluntad política que estuvo, por ejemplo, el jueves pasado, cuando pese a la rosca electoral bonaerense y en una semana corta tras el feriado del 9 de julio, la oposición y los gobernadores se congeniaron para presentar batalla.
Ahora bien, hay momentos del partido en los que hay que parar la pelota y levantar la cabeza, porque una mala lectura del juego, un apuro imprudente, puede costar un gol en el propio arco.
En la oposición dura, comandada por Unión por la Patria, son conscientes que la propuesta de sesionar en medio del receso invernal es casi utópica, y sirve en todo caso como presión para marcar la cancha en la conversación pública.
Ni siquiera el peronismo puede garantizar la presencia completa de sus 98 legisladores en el recinto.
Muchos de ellos se acostumbraron a gozar de vacaciones de invierno y tendría que ocurrir una catástrofe para alterar una tradición tan arraigada.
Si el quórum para iniciar la sesión no está garantizado, mucho menos lo estará la deseada mayoría de dos tercios para tratar sobre tablas los proyectos de los gobernadores.
En esa hipotética sesión, que ocurriría después del receso, los opositores quieren votar los dictámenes de financiamiento universitario y la emergencia de la salud pediátrica, con foco central en la situación del Hospital Garrahan.
También buscarían tratar y anular los inminentes vetos a las leyes jubilatorias y la emergencia en Discapacidad que el Senado aprobó el jueves pasado en el Senado.
Es decir, la oposición tiene en mente una mega sesión, con los proyectos sobre coparticipación como anzuelos para que los gobernadores piquen y sus diputados den quórum.
En cambio, los jefes provinciales y el ala más dialoguista de la oposición se inclina por un esquema segmentado, con varias sesiones separadas en el tiempo.
Esto es así porque reconocen que aprobar los dos proyectos sobre coparticipación y al mismo tiempo dejar firme el aumento jubilatorio, la moratoria y la reforma en Discapacidad, y en la misma sesión darle media sanción al financiamiento universitario y la emergencia del Garrahan supondría dejarle al Gobierno una bomba fiscal a punto de explotar en sus manos.
El problema es que los gobernadores no están en condiciones de fijar los términos de la estrategia parlamentaria, y en el mejor de los casos deberán nengociarla con Unión por la Patria, el bloque mayoritario de la oposición.
El kirchnerismo se fijó como como prioridad el financiamiento universitario y el Garrahan, con lo cual muy difícilmente acepten dividir las sesiones.
Los proyectos de los gobernadores serán la carnada para llenar el recinto. Si les alcanza el número, los tratarán sobre tablas, y en su defecto pedirán que se vote una moción de emplazamiento para que se aborden en la comisión de Presupuesto y Hacienda.
El emplazamiento es la única llave que viene teniendo la oposición para conseguir que se abra la comisión de Presupuesto, ya que su presidente, José Luis Espert, tiene la instrucción de no habilitar ningún tratamiento de proyectos opositores.
En el día de ayer, ingresaron a la Cámara de Diputados estos dos proyectos con media sanción, y a partir de ahora se inicia un trámite protocolar de revisión y verificación de los textos, tras lo cual pasarán a la firma de la presidencia y se les asignará los respectivos giros parlamentarios.