
Las consultoras estiman un IPC de abril entre 2,7% y 3,5%, según proyecciones recientes, lo que refleja una leve desaceleración respecto al 3,7% de marzo. La salida del cepo cambiario no generó el impacto esperado en los precios, pero la suba de tarifas y alimentos mantiene la inflación en niveles altos, afectando el poder adquisitivo de los argentinos.
La estabilidad del tipo de cambio oficial contribuyó a moderar la inflación, con el dólar cerrando abril en $1.193, cerca del piso de la banda cambiaria. Consultoras como C&T reportan un IPC de 2,7% en el Gran Buenos Aires, mientras EcoGo y Orlando Ferreres proyectan un 3% y 2,9%, respectivamente, destacando una menor presión de precios estacionales.
Alimentos y bebidas lideran las subas, con incrementos de hasta 3,2% en carnes y verduras, según Analytica. Aunque las frutas registraron caídas de 1,1%, el rubro alimentario sigue siendo el de mayor incidencia en el IPC, impactando directamente en los presupuestos familiares, especialmente en sectores de menores ingresos.
El aumento de tarifas reguladas presiona el índice, con alzas del 2,5% en gas, 2,4% en electricidad en el AMBA y 5,7% en transporte público en CABA. Estas subas, aunque parcialmente compensadas por la baja del 4% en combustibles, limitan la desaceleración inflacionaria y encarecen los costos de vida.
La inflación núcleo se mantiene en 3,4%, según Equilibra, lo que indica que los precios subyacentes no ceden con facilidad. Esta persistencia, combinada con la incertidumbre post-cepocambiario, genera preocupación sobre la capacidad de los salarios para recuperar terreno frente a los aumentos sostenidos.
El impacto económico afecta el consumo masivo, con una demanda que no logra repuntar, según EcoGo. La inflación acumulada del 8,6% en 2025 eleva la canasta básica a $1.100.267 para una familia de cuatro personas, profundizando la pobreza y complicando la planificación financiera de los hogares.
Las proyecciones para mayo son optimistas, con consultoras como Facimex Valores anticipando un IPC por debajo del 2% hacia el tercer trimestre. Sin embargo, la recuperación económica depende de la estabilidad cambiaria y el control fiscal, en un contexto electoral que podría generar volatilidad.
Analistas advierten sobre riesgos a mediano plazo, ya que la inflación interanual del 55,9% sigue siendo elevada. La OCDE proyecta un IPC anual del 120,9% para 2025, aunque en descenso, lo que subraya la necesidad de políticas sostenidas para aliviar la presión sobre los argentinos.