
El barrio Huiliches volvió a ser escenario de hechos de vandalismo. Según denunció Freddy Aguilera, referente de la comisión vecinal, desconocidos destrozaron nuevamente la placita de la Virgen, ubicada en Miro Castel, además de provocar daños en otras plazas de la zona.
“La municipalidad había dejado en condiciones la placita, pero la vandalizaron de nuevo. Escribieron con aerosoles, rompieron los bancos y hasta sacaron las piedras lajas del altar donde muchos abuelos se acercan a rezar”, relató Aguilera con evidente malestar.
El dirigente vecinal señaló que este tipo de ataques generan temor entre los vecinos, especialmente los adultos mayores, que prefieren no intervenir por miedo a represalias.
Los hechos no se limitaron a la ermita. En la plaza Gobernador Echena, conocida como plaza de la Democracia, un grupo de jóvenes destruyó mesas y bancos con herramientas. También intentaron aflojar una malla metálica en la plaza O’Hara del Este, lo que muestra —según Aguilera— una preparación previa para causar daño.
“No entendemos la lógica de esto. Vienen con fierros y mazas. Es un sector muy castigado, siempre lo mismo”, lamentó.
El referente barrial criticó la ausencia de cámaras de seguridad en la zona, a pesar de pedidos reiterados a las autoridades. “Cuando era parte de la vecinal pedí cámaras frente a las plazas. No hubo respuesta. Es doloroso porque estos espacios los construimos entre todos”, afirmó.
Recordó que la plaza de la Democracia surgió de un basural recuperado en los años 2000 y hoy es utilizada por vecinos para hacer deporte, danza y actividades recreativas. “Verla vandalizada duele mucho”, agregó.
Aguilera sugirió cerrar con rejas la capillita y algunos sectores, como ocurre en otras capitales del país, para evitar daños constantes. “Si el vecino no cuida, si los jóvenes rompen, hay que resguardar los lugares. Es caótico pensar que alguien destroce un altar, sea católico, evangélico o de cualquier credo”, expresó.
No es la primera vez que Huiliches enfrenta situaciones de vandalismo. Según Aguilera, la falta de urbanización, problemas de infraestructura y conflictos judiciales sobre los terrenos profundizan el abandono de la zona. “Estamos mal, no hay explicación. Se rompe lo que usamos todos: plazas, bancos, juegos, altares. Es un golpe al esfuerzo comunitario”, concluyó.