
Estados Unidos concretó un bombardeo estratégico sobre objetivos militares iraníes, intensificando el conflicto entre Irán e Israel en Medio Oriente. La acción, sin precedentes por su magnitud y armamento utilizado, fue confirmada por el Pentágono y representa un giro crítico en una escalada que amenaza con derivar en un conflicto de alcance global.
Israel había iniciado previamente ataques contra instalaciones nucleares iraníes, justificando su accionar en un informe de la Agencia Atómica de la ONU que cuestionaba la falta de cooperación de Irán en el marco del Tratado de No Proliferación Nuclear. El gobierno de Benjamin Netanyahu sostuvo que se trató de una acción unilateral destinada a impedir que Teherán acceda al arma atómica.
La intervención directa de Estados Unidos marca un punto de inflexión, según explicó Andrés Repetto, periodista y analista internacional de la revista Newsweek, en diálogo con Radio 7. En sus declaraciones, remarcó que esta es la primera vez que el país norteamericano emplea en combate las bombas GBU-57, utilizadas desde bombarderos B-2, lo que revela la gravedad que se le asigna a este enfrentamiento.
La situación, de enorme complejidad geopolítica, ha encendido alarmas en diversas capitales del mundo. Rusia ya se involucró diplomáticamente: el canciller iraní mantuvo una reunión con Vladimir Putin, entregando una carta del líder supremo Ali Khamenei. Mientras tanto, Estados Unidos insiste en que no busca una guerra con Irán ni con su población, sino desactivar la amenaza nuclear.
En paralelo, crecen las especulaciones sobre la posible caída del régimen iraní. Repetto advirtió que el gobierno persa podría reaccionar con fuerza si percibe que su supervivencia está en riesgo, lo que podría desatar respuestas imprevisibles. “Podrían dejar de defenderse y pasar a atacar con todo”, señaló el especialista.
El temor a represalias dentro y fuera de Estados Unidos también aumenta. Según medios como NBC y Times of Israel, Irán habría advertido durante el G7 que activaría células dormidas en territorio estadounidense si se concretaban ataques a sus instalaciones. Hasta el momento, la Casa Blanca no emitió comentarios sobre esa amenaza.
La tensión repercute también en América Latina: en Argentina se reforzó la seguridad en la AMIA, símbolo de los atentados sufridos en la década del noventa y potencial blanco en contextos de crisis en Medio Oriente. Washington también pidió a sus ciudadanos abandonar zonas de riesgo en la región.
El panorama sigue abierto, con más preguntas que certezas. La posibilidad de una desescalada parece lejana, mientras se multiplican los actores involucrados y las hipótesis sobre futuros enfrentamientos. “Estamos en un cuarto oscuro donde no sabemos dónde están los muebles”, concluyó Repetto sobre un conflicto que, por su escala y consecuencias, ya preocupa al mundo entero.