La clausura se implementó después de que la Policía de la Ciudad y la AGC encontraron pirotecnia escondida en un baño de discapacitados dentro del estadio. Aunque el uso de pirotecnia había sido autorizado por el Comité de Fútbol en un área específica y con técnicos de la empresa responsable, esta autorización no se cumplió, ya que los fuegos fueron arrojados en múltiples sectores.
Con la clausura en vigor, será la Justicia la que determine la gravedad de las sanciones correspondientes. Además, el levantamiento de la clausura deberá ser gestionado ante un controlador de faltas de la Dirección General de Administración de Infracciones de la Ciudad, donde también interviene el Ministerio Público Fiscal.
A esta situación se suma la posibilidad de que River Plate reciba sanciones por parte de la Conmebol, la confederación que regula el fútbol en América del Sur. Esto podría agravar aún más la situación del club, que ya enfrenta las consecuencias de este incidente.
El partido, que terminó 0-0, fue crucial para River, que no logró revertir el 3-0 sufrido en el partido de ida, quedándose fuera de la gran final. Irónicamente, el Estadio Monumental era uno de los escenarios considerados para albergar la final.
El Atlético Mineiro, dirigido por el argentino Gabriel Milito, avanzó a la final y se medirá ante el ganador de la serie entre Botafogo (Brasil) y Peñarol (Uruguay), lo que pone en evidencia la importancia de la responsabilidad institucional en el fútbol.
Además de la clausura, se realizó un operativo policial en los anillos de ingreso al estadio, que resultó en la detención de 12 personas y la captura de un prófugo de la Justicia. También se generaron 317 actas contravencionales, lo que indica la gravedad de la situación tanto dentro como fuera del estadio.
El uso de pirotecnia en eventos deportivos es un tema polémico y, con esta clausura, se espera que tanto las autoridades como los clubes tomen conciencia de la necesidad de garantizar la seguridad de los espectadores y el cumplimiento de las normativas.