
Un empresario del rubro cárnico fue víctima de una compleja estafa digital que derivó en una pérdida cercana a los 10 millones de pesos, luego de que le hackearan la cuenta de WhatsApp. La maniobra delictiva, que afectó también a otros comerciantes y particulares, fue ejecutada con un alto nivel de logística y paciencia: los delincuentes esperaron casi un mes antes de actuar, para ganar confianza con los contactos del damnificado.
Según se reconstruyó, el empresario detectó el hackeo hace 25 a 30 días y radicó la denuncia. Sin embargo, los estafadores no realizaron movimientos inmediatos, lo cual evitó generar sospechas. En cambio, analizaron la agenda telefónica, identificaron perfiles de interés, los investigaron en internet y, recién tras una semana de contacto e interacción, iniciaron los pedidos de transferencias y adelantos de dinero bajo distintos pretextos comerciales.
“Pidieron adelantos para operaciones en dólares, cancelación de deudas o cierres de negocios. En algunos casos lograron transferencias millonarias en cuestión de horas”, explicó una fuente cercana al caso.
En uno de los casos, una sola persona transfirió más de 6,2 millones de pesos, mientras que otros damnificados fueron dos comerciantes y al menos dos particulares. Todo ocurrió en un solo día, tras varios días de simulación previa por parte de los estafadores.
La maniobra fue denunciada ante la fiscalía, que derivó el caso al área de delitos informáticos. Desde el entorno de los afectados no se descarta que existan más damnificados o intentos fallidos, dado que se trató de una operación coordinada, simultánea y automatizada a partir de una base de datos obtenida del celular hackeado.
Los delincuentes utilizaron herramientas públicas como buscadores, redes sociales y bases de datos empresariales para identificar actividades económicas, posiciones sociales y patrones de comportamiento, antes de concretar los fraudes.