
Desde 1983, cada 22 de julio se conmemora el Día Internacional del Trabajo Doméstico, una fecha que nació para poner en agenda la profunda desigualdad en la distribución de tareas del hogar, y la invisibilidad histórica del esfuerzo no remunerado mayormente sostenido por mujeres. Fue la Federación Internacional de Mujeres que Trabajan en el Hogar quien propuso esta jornada en un contexto de lucha global por el reconocimiento del trabajo informal y de cuidado.
El trabajo doméstico es un pilar invisible de la economía, tanto en Argentina como en el mundo. Aunque no figure en registros formales de empleo ni tribute en la mayoría de los casos, el aporte económico y social que representa es central: permite que otros sectores productivos funcionen. Sin embargo, sigue siendo uno de los ámbitos más desiguales en términos de género.
En Argentina, los datos más recientes de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) revelan que nueve de cada diez mujeres realizan tareas domésticas no remuneradas, frente a siete de cada diez varones. Ellas destinan más del doble de horas: un promedio de 4 horas diarias, mientras que los hombres apenas superan las dos horas y media.
La brecha de género en el uso del tiempo evidencia una carga mental y física que muchas veces limita las posibilidades laborales, educativas y recreativas de las mujeres. Este fenómeno, conocido como “doble jornada”, afecta directamente la autonomía económica femenina y perpetúa un modelo de desigualdad estructural que impacta también en la infancia, la vejez y las personas con discapacidad.
A esto se suma la situación de las trabajadoras de casas particulares, que sí cobran por su labor, pero que en su mayoría están precarizadas, sin acceso pleno a derechos laborales como obra social, jubilación o licencias. El Ministerio de Trabajo informó en su último reporte que menos del 30% de estas trabajadoras está registrada formalmente.
Organizaciones feministas, sindicatos y organismos de derechos humanos impulsan desde hace décadas una agenda de reconocimiento, redistribución y reducción del trabajo doméstico y de cuidados. La consigna “si las mujeres paramos, se para el mundo” resume el rol clave de estas tareas para el funcionamiento de la vida.
En 2013, Argentina ratificó el Convenio 189 de la OIT, que establece derechos laborales para las trabajadoras domésticas. A pesar de ello, su implementación plena aún es una deuda pendiente, así como una política pública integral que reconozca el trabajo de cuidados como un bien social que debe ser asumido de manera corresponsable entre el Estado, el mercado y las familias.
La creación del Sistema Integral de Cuidados “Cuidar en Igualdad” fue un paso en esa dirección, aunque aún no se ha convertido en ley. El Día Internacional del Trabajo Doméstico recuerda que la igualdad de género no será posible sin justicia en la organización del cuidado y sin políticas públicas que reconozcan, valoren y redistribuyan estas tareas esenciales.