
En la serie de Netflix que protagoniza Ricardo Darín hay modelos clásicos del mercado automotor argentino.
El Eternauta, la serie apocalíptica de Netflix que protagoniza Ricardo Darín, está teniendo un gran éxito en la Argentina y en todo el mundo en su primera semana al aire: durante el recorrido por los seis capítulos de la primera temporada aparecen autos clásicos argentinos que marcaron una época en el mercado automotor local.
Un dato a tener en cuenta: la historieta original de El Eternauta se publicó a finales de los años 50´ en la Argentina, mientras que en la adaptación de la serie televisiva se produce un salto temporal, debido a que la serie está ambientada en los años 80´ post Guerra de Malvinas.
En consecuencia, los autos que aparecen en el envío televisivo no son los originales que aparecían durante la historieta que crearon el guionista Héctor Germán Oesterheld y el dibujante Solano López, sino los que se veían por las calles de Buenos Aires -la serie transcurre en Zona Norte, Belgrano, Palermo, y Plaza Italia, entre otros barrios- en la década del ´80. A continuación, los autos que aparecen la serie El Eternauta.
Ford Taunus
El Ford Taunus fue un sedán y coupé mediano (segmento D) que se fabricó en la planta de General Pacheco, Buenos Aires, entre 1974 y 1984, con una nueva generación lanzada en 1980. La versión coupé de estilo fastback, de origen alemán tuvo una segunda generación exclusiva para el mercado argentino. Mecánicamente, se ofreció con motores nafteros de cuatro cilindros: un 2.0 de 90 CV para la versión L (base), y un 2.3 de hasta 133 CV para los GLX y Ghia (full). Con tracción trasera y motor longitudinal, contaba con caja manual de cuatro velocidades, opción automática y, en sus últimos años, una transmisión de cinco marchas en la coupé SP5.
Renault 12 Break
La Renault 12 Break fue una versión familiar del clásico R12 que se destacó por su gran capacidad de carga, durabilidad y versatilidad, especialmente en el contexto argentino. Equipado con un motor naftero de 1.4 litros (1.397 cc) y cuatro cilindros, entregaba entre 60 y 75 caballos de fuerza según la versión y el año, con mejoras progresivas en carburación y compresión. La mayoría de las versiones contaban con una caja manual de cuatro velocidades, aunque en sus últimos años se ofreció también con una de cinco marchas, lo que mejoraba el rendimiento en ruta. Con tracción delantera, suspensión robusta y un baúl de más de 500 litros ampliable al rebatir los asientos, fue elegido tanto por familias como por trabajadores rurales, consolidándose como un símbolo de la fiabilidad mecánica y la adaptación al terreno argentino.
IKA Estanciera
La IKA Estanciera fue una camioneta todoterreno emblemática fabricada en Argentina entre 1957 y 1970 por Industrias Kaiser Argentina, basada en la Willys Station Wagon estadounidense pero adaptada a las necesidades del campo local. Inicialmente equipada con un motor Willys de 4 cilindros y 2.2 litros de 63 CV, más adelante incorporó el moderno motor Tornado OHC de 6 cilindros y 3.8 litros, con 133 CV, que mejoró notablemente su desempeño. Contaba con caja manual de 3 velocidades y versiones tanto con tracción trasera (4×2) como integral (4×4), ideales para caminos rurales. Su chasis robusto y su suspensión resistente la convirtieron en un vehículo muy valorado por estancieros y familias, siendo uno de los primeros utilitarios multipropósito de producción nacional.
Citroën Mehari
El Citroën Méhari fue un vehículo liviano, versátil y totalmente fuera de lo común que se fabricó en Argentina entre 1971 y 1980 por Citroën Argentina. Basado en la mecánica del Citroën 3CV, incorporaba un motor bicilíndrico bóxer de 602 cc, refrigerado por aire, con una potencia de aproximadamente 32 CV, acoplado a una caja manual de 4 velocidades y tracción delantera. Su característica más distintiva era la carrocería de plástico ABS termoformado, liviana, resistente a la corrosión y fácilmente desmontable, lo que lo hacía ideal para uso recreativo, rural o costero. Con un peso total inferior a 600 kg, el Méhari ofrecía gran agilidad y bajo consumo, aunque sin grandes lujos ni protección ante impactos. Se convirtió en un ícono de libertad y practicidad, especialmente popular entre jóvenes, turistas y productores rurales que valoraban su simplicidad mecánica y su espíritu aventurero.
Torino
El Torino fue uno de los autos más emblemáticos de la industria automotriz argentina, fabricado por Industrias Kaiser Argentina (IKA) y luego por Renault entre 1966 y 1981. Basado en el Rambler American de AMC, fue rediseñado por Pininfarina y adaptado localmente, convirtiéndose en un símbolo de elegancia, potencia y producción nacional. Se ofreció con motores de seis cilindros en línea, principalmente el legendario Tornado de 3.8 litros, con versiones que iban desde los 120 hasta los 215 CV, según el modelo y la configuración (TS, GS, ZX o 380W). Contaba con tracción trasera, caja manual de 4 velocidades (algunas versiones con caja ZF de 5 marchas), y una estructura sólida que combinaba confort con buenas prestaciones deportivas. Su consagración llegó en 1969, cuando un equipo de Torino compitió en las 84 Horas de Nürburgring, dejando una marca imborrable en la historia del automovilismo argentino. Versátil, robusto y elegante, el Torino fue tanto auto familiar como deportivo, y es recordado como “el auto argentino” por excelencia.
Ford F-100
La Ford F-100 fue una de las pickups más icónicas y longevas de la industria automotriz argentina, fabricada por Ford en la planta de General Pacheco desde 1959 hasta 1992. Reconocida por su robustez, confiabilidad y capacidad de carga, se convirtió en un vehículo fundamental para el trabajo rural, comercial e industrial en todo el país. A lo largo de su vida, recibió diversas actualizaciones estéticas y mecánicas, pero siempre mantuvo su esencia de herramienta de trabajo. Estuvo equipada con motores nafteros de seis cilindros en línea, como el clásico 3.6 litros (con potencias entre 115 y 160 CV según la versión), y hacia fines de los años ’80 incorporó motorizaciones diésel, como el Perkin 4.203. La transmisión era generalmente manual de 3 o 4 velocidades, con tracción trasera, aunque también hubo versiones con tracción 4×4. Su chasis fuerte, su sencilla mecánica y su capacidad para adaptarse a todo tipo de terreno consolidaron a la F-100 como una aliada indiscutida del campo argentino y como un verdadero ícono del trabajo nacional.