A partir de este viernes 1° de noviembre, los precios de la nafta y el gasoil sufrirán un incremento del 2,75% en todo el país. Esta decisión ha sido confirmada por fuentes del sector y responde a una serie de factores económicos que afectan el mercado energético argentino.
El ajuste en los precios se implementa como medida para compensar los efectos de la devaluación proyectada para octubre. Además, incluye la actualización de impuestos al combustible líquido (ICL) y al dióxido de carbono (IDC), que se hará efectiva en noviembre, reflejando así la necesidad del gobierno de hacer frente a la inflación creciente.
Pese a que algunos expertos anticipaban un aumento más significativo, cercano al 4%, el incremento final ha sido moderado. Esto se debe a que el precio del barril de petróleo crudo internacional se ha estabilizado en las últimas semanas, cotizando a 71 dólares, lo que ha limitado la magnitud del ajuste.
En particular, en la región de la Patagonia, el ajuste será aún mayor al 2,75%, con el objetivo de reducir la brecha de precios con el resto del país. Este fenómeno genera inquietudes entre los consumidores, que enfrentan un costo de vida cada vez más elevado.
La noticia de este nuevo aumento coincide con un contexto económico complicado, donde el impacto en el consumo es una preocupación creciente. La inflación, que ha ido en aumento, afecta la capacidad de compra de los ciudadanos y complica la situación para muchas familias.
El sector del transporte también se ve afectado por este ajuste, lo que podría repercutir en los precios de bienes y servicios. La cadena de producción se enfrenta a un desafío adicional, ya que los costos logísticos se incrementan.
Este nuevo aumento en los combustibles es parte de una tendencia que ha estado marcada por ajustes periódicos en los precios, dejando a los consumidores en una situación incierta y preocupante respecto a sus finanzas diarias.