
La muerte de un jugador amateur de 58 años durante un torneo de fútbol en la región y la descompensación de un adolescente en un gimnasio reabrieron el debate sobre la necesidad de medidas de prevención en eventos deportivos masivos. El médico deportólogo Andrés Gallardo advirtió que, aunque no todos los casos pueden preverse, es posible minimizar riesgos con evaluaciones médicas previas y equipamiento adecuado en cada organización.
Gallardo explicó que los chequeos clínicos y cardiológicos pueden detectar enfermedades cardíacas como hipertensión o patologías ocultas que, de no ser atendidas, derivan en muertes súbitas. La exigencia de un certificado de aptitud física, señaló, debería ser obligatoria en competencias amateurs y gimnasios, ya que muchos participantes inician actividades intensas sin controles mínimos de salud.
El especialista aclaró que no todos los episodios son prevenibles, dado que arritmias graves o malformaciones arteriovenosas pueden manifestarse de forma repentina, incluso en reposo. Sin embargo, insistió en que los exámenes básicos reducen el margen de riesgo y ayudan a orientar qué tipo de actividad física es segura para cada persona, especialmente en poblaciones más expuestas como adolescentes y adultos mayores.
Respecto al caso del adolescente de 14 años, Gallardo detalló que se trató de un accidente cerebrovascular súbito que podría haber ocurrido en cualquier circunstancia, deportiva o no. En estos cuadros, dijo, el tiempo de reacción es determinante, y una rápida atención médica puede salvar vidas. Por ello, subrayó la importancia de que entrenadores, profesores y familiares conozcan los primeros signos de un ACV.
El médico fue contundente al remarcar la necesidad de capacitación en reanimación cardiopulmonar (RCP) y de la presencia de desfibriladores en canchas, gimnasios y espacios deportivos. La muerte súbita cardíaca, explicó, solo puede revertirse con este dispositivo, por lo que cada organización debería garantizar su disponibilidad junto con personal entrenado para su uso inmediato.
En ese sentido, Gallardo ejemplificó con la experiencia de la Patagonia Run, carrera en la que participa como jefe médico, donde se dispone de equipos de emergencia, médicos distribuidos en la ruta y desfibriladores portátiles. Según dijo, este tipo de despliegue no siempre se replica en torneos locales, donde muchas veces solo hay una ambulancia sin equipamiento intensivo.
El especialista también advirtió que los seguros de las competencias deportivas no siempre cubren situaciones médicas de los participantes, quedando esa responsabilidad en cada persona. Por ello, recomendó que municipios y concejos deliberantes legislen normas claras para exigir requisitos mínimos a organizadores, como cobertura médica adecuada, desfibriladores y profesionales capacitados en emergencias.
Finalmente, Gallardo instó a trabajar en la concientización social: que los ciudadanos sepan dónde están los desfibriladores, que puedan reconocer síntomas de ACV o infarto y que la prevención sea parte de la cultura deportiva. “No se trata de culpas, sino de asumir que en eventos con cientos de personas la seguridad debe estar garantizada”, concluyó.