
El barrio Z1, en el oeste neuquino, vive una creciente sensación de inseguridad. Esta semana, un joven fue asaltado a punta de pistola frente a su casa y le robaron la moto tras seguirlo desde el centro. No se trató de un hecho aislado: según relatan vecinos, son frecuentes los arrebatos a quienes bajan del colectivo, así como robos domiciliarios, hurtos menores y tiroteos en la zona.
Ricardo, un vecino del barrio, denunció que el móvil policial demoró más de media hora en llegar, y que el tráiler de la Comisaría 18 no alcanza para cubrir una zona que se ha expandido aceleradamente. “Después de las 9 de la noche no se ve un solo patrullero. Nosotros ya no dormimos tranquilos, revisamos las cámaras todas las mañanas por miedo a que haya pasado algo mientras dormíamos”, relató en diálogo con Radio 7.
La jurisdicción que cubre la Comisaría N° 18 abarca varios sectores de gran densidad poblacional, como Z1, Almafuerte, Cuenca XV, Cuenca XVI y Las Tomás, y vecinos denuncian que la falta de previsión y recursos deja amplias franjas del oeste sin cobertura efectiva durante la noche. “El barrio creció y la seguridad no”, sintetizó Ricardo, quien también fue víctima de un robo semanas atrás cuando le sustrajeron una bicicleta que iba a donar.
Además del robo de vehículos, los testimonios alertan sobre presencias sospechosas en zonas vulnerables como los bajos de los puentes, donde según denuncian se oculta gente “a toda hora”, con conductas delictivas o de consumo problemático. A esto se suman los recurrentes tiroteos en Cuenca XV, 2 de Mayo y 7 de Mayo, zonas señaladas como críticas en materia de seguridad nocturna.
Los vecinos reclaman la instalación de una comisaría o destacamento fijo en el Z1 que permita una respuesta más rápida ante emergencias y una patrulla nocturna activa que disuada a los delincuentes. “Uno no puede salir con los hijos ni ir a cenar tranquilo, porque está todo el tiempo mirando las cámaras desde el celular”, aseguró Ricardo.
La inseguridad en el oeste neuquino es un problema estructural que se repite en distintos barrios, donde la urbanización creció sin el acompañamiento suficiente en recursos policiales. Mientras tanto, los vecinos intentan organizarse y vigilarse entre sí, pero el miedo y la tensión cotidiana siguen marcando la vida diaria en la zona.