
Hoy se conmemora el Día Nacional del Bombero Voluntario, en homenaje a la fundación del primer cuartel en La Boca hace 141 años. La efeméride remite al gesto de Tomás Liberti, inmigrante italiano que en 1884 organizó a un grupo de vecinos para combatir incendios en uno de los barrios más humildes y activos del puerto de Buenos Aires .
Ese legado de compromiso y entrega sigue vivo hoy en cientos de cuarteles voluntarios, especialmente en las regiones donde los incendios forestales han puesto a prueba la respuesta de las comunidades. Este año, más de 200 bomberos de Río Negro, Neuquén y Chubut combatieron llamas en zonas de alto riesgo, a menudo sin los recursos ni el equipamiento necesario para hacerlo con seguridad .
Frente a esta realidad, la Fundación de Bomberos Argentina impulsó una nueva campaña de donaciones, destinada a asistir con insumos, ropa ignífuga y elementos de seguridad a quienes están en la primera línea. La respuesta ciudadana fue inmediata y masiva: miles de personas de todo el país participaron con aportes económicos y materiales, en un acto que rememora los orígenes solidarios del cuerpo voluntario .
Los incendios de este año en la Patagonia expusieron la fragilidad de las brigadas voluntarias en contextos extremos. Zonas como El Bolsón, Lago Puelo y Villa La Angostura vivieron semanas de tensión y angustia, mientras los focos se extendían por el bosque nativo, impulsados por la sequía, el viento y las altas temperaturas. En muchos casos, los bomberos actuaron sin descanso durante jornadas enteras .
La falta de inversión pública y de articulación interprovincial ha sido señalada por especialistas y organizaciones, que advierten sobre la necesidad de profesionalizar el rol del voluntariado sin perder su espíritu comunitario. Muchos cuarteles del sur del país dependen exclusivamente de fondos locales, rifas o gestos individuales para mantenerse en funcionamiento.
Sin embargo, la solidaridad nacional vuelve a poner en primer plano la conexión emocional que une a la sociedad con los bomberos voluntarios. A través de redes sociales, medios y puntos de recolección, la campaña de la Fundación logró visibilizar no solo la necesidad material sino el reconocimiento a una vocación que implica riesgo, formación permanente y disponibilidad total.
Este 2 de junio no es solo una fecha de celebración: también es una oportunidad para repensar el rol del Estado y de las políticas públicas frente a las catástrofes ambientales. La crisis climática multiplica los focos de incendio, y los cuerpos voluntarios necesitan más que agradecimientos para cumplir con su tarea. Formación, financiamiento y coordinación son pilares pendientes.
Como hace 141 años, cuando Tomás Liberti reunió a sus vecinos para defender lo común, hoy la ciudadanía vuelve a levantar la mano para acompañar a quienes cuidan nuestras vidas. El Día del Bombero recuerda una gesta histórica, pero también interpela al presente: en un país atravesado por desigualdades, la vocación de servicio sigue siendo un faro de esperanza y coraje.