
“Los incendios, la desertificación y el avance urbano están reduciendo dramáticamente el hábitat natural de la fauna silvestre en Argentina”, alertó Agostina Rossi Serra, bióloga e integrante de Greenpeace. En diálogo con Radio 7, la especialista en biodiversidad trazó un preocupante panorama sobre los efectos del cambio climático y el rol activo que tiene el ser humano en la pérdida de ecosistemas.
“El Día del Animal ya no puede ser solo una fecha para celebrar a nuestras mascotas”, afirmó Rossi Serra, quien propone repensar esta conmemoración en clave ambiental. Desde Greenpeace vienen impulsando una mirada crítica que visibilice la crisis ecológica que atraviesan miles de especies autóctonas frente a la presión antrópica.
Entre los principales factores que impulsan esta pérdida de biodiversidad, la bióloga señaló la destrucción de hábitats, los incendios forestales, la urbanización y el avance del modelo agroganadero. Todos ellos, dijo, son resultado de políticas públicas ausentes o ineficaces que no priorizan la conservación de los sistemas naturales.
La situación en la Patagonia es un caso emblemático: más de 50.000 hectáreas fueron arrasadas por el fuego en el último verano, en lo que Rossi Serra calificó como “una de las temporadas más graves de las últimas décadas”. Parques nacionales como Lanín, Nahuel Huapi y Los Alerces se vieron severamente afectados, con ecosistemas que podrían tardar hasta 200 años en regenerarse.
La desertificación —proceso que transforma suelos fértiles en tierras áridas— es otro fenómeno cada vez más visible en la región y facilita la propagación de incendios, lo que agrava aún más la situación. “Estos eventos extremos se repiten con mayor frecuencia e intensidad debido a la crisis climática”, explicó la especialista.
El desplazamiento de especies hacia zonas urbanas también se ha vuelto más común: pumas y cóndores han sido avistados en ciudades como Neuquén, una consecuencia directa de la pérdida de sus espacios naturales. Rossi Serra advirtió que estos animales buscan alimento o refugio en zonas habitadas ante la reducción de sus territorios de acción.
“No es solo la crisis climática, sino nuestras propias acciones las que están empujando a estos animales fuera de su hábitat”, remarcó. Además del impacto ambiental, mencionó el aumento de la caza furtiva y la reducción de presas naturales como amenazas adicionales para predadores como el puma.
Para revertir este escenario, desde Greenpeace insisten en la necesidad de exigir políticas públicas concretas que prioricen la biodiversidad, frenen la destrucción de hábitats y promuevan áreas de conservación. “La fauna silvestre es clave para el equilibrio ecológico, y si la seguimos arrinconando, todos salimos perdiendo”, concluyó Rossi Serra.