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Tres empresas interesadas en la planta neuquina de agua pesada más grande del mundo

En la localidad de Arroyito, tres empresas internacionales de Japón, Estados Unidos y Canadá han manifestado un interés concreto en adquirir agua pesada y explorar la tecnología de la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP), según fuentes del gobierno provincial. Este movimiento reaviva las expectativas sobre la reactivación de la planta, parada desde 2017, que […]

En la localidad de Arroyito, tres empresas internacionales de Japón, Estados Unidos y Canadá han manifestado un interés concreto en adquirir agua pesada y explorar la tecnología de la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP), según fuentes del gobierno provincial. Este movimiento reaviva las expectativas sobre la reactivación de la planta, parada desde 2017, que podría posicionar a Neuquén como un actor clave en el mercado global de este insumo estratégico para la energía nuclear y otras industrias.
La PIAP, operada por la Empresa Neuquina de Servicios de Ingeniería (ENSI) y propiedad de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), es la planta de agua pesada más grande del mundo, con una capacidad de producción de 200 toneladas anuales. Su tecnología avanzada, basada en el intercambio isotópico monotérmico amoníaco-hidrógeno, atrae a firmas interesadas no solo en el producto, sino también en replicar el proceso en sus países.
Laboratorios de Isótopos de Cambridge (CIL), una empresa estadounidense, lidera el interés por el agua pesada para aplicaciones nucleares y médicas. Las proyecciones globales indican un aumento en la demanda de este insumo, especialmente para reactores nucleares y usos no nucleares como la producción de insumos médicos y electrónicos, lo que representa una oportunidad para Neuquén.
El interés japonés y canadiense se centra tanto en el suministro de agua pesada como en el amoníaco, un subproducto potencial de la planta. Estas empresas exploran la posibilidad de desarrollar sus propias instalaciones inspiradas en la tecnología de la PIAP, lo que podría generar acuerdos de transferencia tecnológica y fortalecer la posición de Argentina en el sector.
Sin embargo, la incertidumbre persiste debido al vencimiento del contrato para la reactivación de la planta, firmado en 2023 entre Neuquén y Nación. Con una inversión inicial de más de 20.000 millones de pesos, el acuerdo buscaba poner en marcha una de las dos líneas de producción en 2025, pero las negociaciones para su prórroga aún no han concluido, generando preocupación entre los trabajadores.
El ministro de Planificación, Modernización e Innovación de Neuquén, Rubén Etcheverry, destacó que hay cartas de intención avanzadas para cerrar contratos de compra de agua pesada, especialmente para usos medicinales. Estas tratativas podrían garantizar la viabilidad económica de la planta, que históricamente ha enfrentado desafíos por los altos costos de producción, como el gas y la electricidad.
La reactivación de la PIAP no solo aseguraría el abastecimiento de agua pesada para las centrales nucleares argentinas —Atucha I, Atucha II y Embalse—, sino que también abriría la puerta a exportaciones. Países como Canadá y Corea del Sur han mostrado interés en el pasado, y la planta podría recuperar su rol como proveedora en el mercado internacional.
Pese al optimismo, los desafíos logísticos y financieros son significativos. La planta requiere incorporar entre 200 y 300 trabajadores especializados y una inversión sostenida para volver a operar a pleno. El gobierno provincial y la CNEA trabajan contrarreloj para consolidar el interés extranjero y garantizar que la PIAP no pierda su relevancia estratégica en un contexto global de transición energética.

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