
El día 10 de marzo, Cristina López, vecina del barrio Ciudad Industrial, vivió una experiencia aterradora que la dejó marcada para siempre. Aquel día, su hogar fue víctima de un violento robo. Mientras Cristina estaba en su casa, su hijo, que se dirigía a trabajar, y su esposa salieron a perseguir a los delincuentes que habían robado una caja de herramientas de la vereda. En ese momento, Cristina se unió a la persecución junto a su hijo de 17 años, con la intención de recuperar lo que les habían quitado.
«No habíamos hecho ni una cuadra cuando salieron de la casa de este malviviente donde se llevan las cosas robadas», recuerda Cristina. A partir de ahí, la situación se tornó peligrosa. Los delincuentes los atacaron violentamente y les gatillaron las armas, mientras les gritaban amenazas de muerte. «Vi como les gatillaban a mis hijos», relató Cristina, quien asegura que, en ese instante, se dio cuenta de la intención homicida de los atacantes. Ella agregó: «La intención de ellos era matarlos», aclarando que no se trató de una amenaza vacía, ya que las armas no estaban descargadas.
A pesar de no haber agredido a nadie, Cristina asegura que los delincuentes los atacaron sin provocación alguna. «Mis hijos no intentaron defenderse, ellos solo corrían para tratar de hacerlos regresar a la casa», indicó. A raíz de este ataque, Cristina realizó la denuncia correspondiente en la comisaría por intento de homicidio, ya que consideraba que la situación estaba claramente dirigida a asesinarlos.
Sin embargo, la situación no terminó con ese ataque. «Después nos siguieron hasta mi casa con las armas, amenazándonos», expresó Cristina. Los delincuentes no se conformaron con el robo y la golpiza, sino que continuaron hostigando a la familia López, gritándoles que los iban a matar. «Yo tengo seis chicos, el más pequeño tiene un año y medio», comentó Cristina, quien también relató que en ese momento la situación se volvía cada vez más peligrosa, especialmente para sus hijos menores.
A pesar de la amenaza constante, la respuesta de la policía fue deficiente. «Hice la denuncia el 10 de marzo, y me dijeron que iban a mandar rondines de policía», señaló. «Pero solo pasaban por el barrio al mediodía», agregó Cristina, destacando que la falta de acción policial la dejó a ella y a su familia completamente vulnerables a los ataques de los delincuentes. Para Cristina, esta inacción policial es una muestra clara de la falta de protección por parte de las autoridades.
El 13 de marzo, el hijo de Cristina fue nuevamente atacado por los mismos delincuentes que lo habían amenazado previamente. «Lo atajaron en la calle cuando iba a comprar, lo persiguieron y lo golpearon», comentó, agregando que estos delincuentes ya le habían advertido que no solo iban a robarle, sino que también le harían daño. Ante este ataque, Cristina decidió acudir a la comisaría nuevamente para hacer una nueva denuncia, ya que «la situación no paraba». En la comisaría, le ofrecieron tramitar un botón de pánico para su seguridad, pero Cristina no confía en la eficacia de las medidas adoptadas por las autoridades.
A lo largo de este tiempo, los delincuentes han actuado con total impunidad. Cristina asegura que incluso después de que se realizara un operativo policial en el barrio, ellos andaban libremente por las plazas y cerca de la casa de la familia López, dejando claro que nada los detenía. «Ellos se mueven con total libertad, no les importa que tengamos cámaras en la casa», expresó, añadiendo que estos malhechores han dejado claro que son los dueños del barrio. Cristina mostró una grabación donde uno de los delincuentes se paró frente a su ventana, se arrodilló y se fue, lo que subraya la desafiancia y control que tienen sobre la zona.
«Me van a terminar matando», es la desgarradora afirmación de Cristina, quien ya no solo vive con miedo, sino que se enfrenta a una situación de constante violencia. Para Cristina, el verdadero culpable es la inoperancia de la justicia, que no ha actuado de manera efectiva para detener a los delincuentes ni para brindarles la protección necesaria. «No voy a dejar que lleguen a mis hijos», afirma con firmeza, temerosa de que en algún momento los delincuentes logren hacerle daño a su familia.