
El miércoles pasado, Aymara, madre de un niño que asistía a un jardín en Mudón, relató una preocupante experiencia ocurrida con su hijo. Según su testimonio, el niño se cayó de los juegos en la institución educativa y comenzó a quejarse de un dolor intenso, algo inusual para él, ya que normalmente se cae y continúa jugando sin problemas. Ante esta situación, la escuela llamó a una ambulancia del SIEN, que tardó 40-45 minutos en llegar.
Al llegar al lugar, los profesionales del SIEN examinaron al niño y le palparon el tobillo, considerando que tenía una torcedura. La profesional aseguró que si hubiese sido una fractura, el niño habría llorado, pero como no se quejó, descartaron que fuera algo grave. Aymara, madre del niño, recibió la indicación de que no era necesario llevarlo a un hospital. Sin embargo, el niño continuó con dolores intensos y no podía soportar su propio peso.
Al día siguiente, Aymara decidió llevar a su hijo a un centro de salud, donde se realizaron placas y se confirmó que el niño tenía una fractura de tibia. Afortunadamente, la fractura no presentaba desplazamiento, pero el daño era grave y pudo haber empeorado si no hubiera sido tratado adecuadamente.
Este caso genera gran preocupación sobre la atención brindada por el servicio de emergencias y la respuesta de los profesionales del SIEN. Aymara expresó su desconfianza en el servicio y en el criterio utilizado para diagnosticar a su hijo. La respuesta de los profesionales de emergencias, al no realizar los estudios necesarios, pone en evidencia una posible negligencia en la atención.
La mamá también cuestionó el sistema de convenios entre las escuelas y el SIEN, ya que al no derivar al hospital o realizar un diagnóstico más exhaustivo, se generaron graves consecuencias. La falta de seguimiento y la negativa a realizar los estudios complementarios se consideran una falla en el protocolo de atención.
Este tipo de incidentes, donde niños con lesiones graves no reciben la atención adecuada, plantea una gran preocupación en la comunidad. Los testimonios similares de otros padres que han vivido experiencias similares refuerzan la necesidad de revisar el funcionamiento de los protocolos de emergencia y garantizar que los niños reciban el tratamiento correcto de manera inmediata.