
Por Mayra García
Especialista en Política de la Agencia Noticias Argentinas
El reciente encuentro organizado por el Papa Francisco en el Vaticano, que conmemoró los 40 años del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile, dejó a la diplomacia argentina en el centro de una polémica. La ausencia del canciller Gerardo Werthein , invitado como representante principal del país, generó sorpresa en el ámbito internacional y fue interpretada por muchos como un gesto inesperado hacia el pontífice.
Un evento histórico y la falta de representación argentina
El acto, planeado con meses de anticipación, buscaba rememorar la mediación de Juan Pablo II que evitó un conflicto bélico entre Argentina y Chile en 1984. Sin embargo, a pesar de la relevancia histórica y de la presencia de representantes chilenos, Argentina no estuvo debidamente representada. Según declaraciones de Werth, su ausencia se debió a “desafortunados desencuentros” con Chile tras el reciente G20 en Brasil, una explicación que generó más dudas que certezas.
Aunque acudieron los embajadores argentinos en Italia y el Vaticano, quedó claro que la expectativa recaía sobre la figura del canciller. La ausencia fue percibida como un desaire al Papa Francisco, quien optó por no ahondar en el tema y mantener un tono conciliador durante el evento.
Impacto en las relaciones internacionales
La decisión de no enviar al canciller se interpreta como un quiebre en la tradición diplomática argentina. Históricamente, las relaciones internacionales buscan trascender coyunturas políticas y garantizar una representación sólida en eventos de carácter histórico. En este caso, el gesto fue visto como un movimiento político que puso en segundo plano la relevancia del tratado y el rol del Vaticano como mediador.
En Chile, la postura fue distinta: el gobierno de Gabriel Boric priorizó el evento, minimizando las tensiones recientes. Esto resalta un contraste que no pasó desapercibido en el ámbito diplomático.
Reacciones internas: unidad en la crítica
El episodio también desató una reacción poco habitual en el plano local. Los últimos cinco cancilleres argentinos –Felipe Solá, Santiago Cafiero, Jorge Taiana, Rafael Bielsa y Susana Malcorra– emitieron un comunicado conjunto cuestionando la decisión. En el documento, señalaron que esta postura no solo afecta la relación con el Vaticano, sino que también compromete la imagen de la Argentina en el escenario internacional.
“La diplomacia no debe ser rehén de las coyunturas políticas”, subrayaron los exfuncionarios, dejando en claro que el impacto trasciende al actual gobierno de Javier Milei.
La relación con el Papa Francisco: un nuevo capítulo
La ausencia del canciller también reavivó las tensiones entre el Papa Francisco y el actual gobierno argentino. Aunque desde la administración de Milei negaron que se tratara de un gesto ofensivo, la percepción internacional apunta en otra dirección. Este episodio podría marcar un punto de inflexión en la relación entre el pontífice y el nuevo gobierno, cuya postura ideológica difiere considerablemente de la de Francisco.