La reciente prohibición del videojuego Roblox en escuelas de Buenos Aires reabrió el debate sobre el impacto de las plataformas digitales en la infancia. En diálogo con Radio 7, la psicóloga Débora Bellota, del Centro Integral de Salud Mental, explicó que este tipo de entornos virtuales, lejos de ser solo juegos, funcionan como “el nuevo patio digital”, donde los chicos crean mundos, asumen identidades y establecen vínculos con desconocidos.
Según Bellota, Roblox no es simplemente un videojuego, sino una plataforma social que combina creación, interacción y comunicación global. “Los niños y adolescentes construyen su propia identidad ahí dentro. Pueden ser quien quieran, pertenecer a una comunidad y sentirse aceptados sin las limitaciones del mundo real. Pero ese espacio también puede convertirse en un refugio para la angustia y la frustración”, señaló.
La especialista advirtió que el exceso de tiempo en estas plataformas genera pérdida del registro del cuerpo, fantasías de omnipotencia y dificultades para tolerar la frustración. “En Roblox no hay espera ni consecuencias reales, solo consumo constante de estímulo. Cuando un chico está atravesando situaciones como bullying o ansiedad, el riesgo es que utilice el juego para tapar ese vacío emocional”, explicó.
Uno de los puntos más delicados es la exposición al grooming y la manipulación psicológica. “Roblox permite interactuar con personas de todo el mundo. Si no hay control parental, el niño puede quedar vulnerable ante adultos con intenciones abusivas. El caso de Buenos Aires, donde un menor fue contactado dentro del juego, demuestra ese peligro”, afirmó.
Bellota aclaró que no se trata de prohibir, sino de acompañar y poner límites claros. Recomendó un máximo de 40 minutos diarios de juego, siempre bajo la supervisión de un adulto. “No se trata de dejar al chico solo mientras juega. Hay que observar, preguntar, participar. Entender qué proyecta, con quién habla y qué emociones pone en ese espacio virtual”, remarcó.
La psicóloga insistió en que los padres deben recuperar el rol activo en la educación digital de sus hijos. “Las pantallas no pueden reemplazar el diálogo ni el vínculo real. Todo exceso vacía, incluso lo que parece creativo. El juego construye cuando hay límites; sin ellos, empieza a destruir”, concluyó.


