La transición hacia una economía circular del plástico en Argentina continúa dando pasos firmes, con el crecimiento del reciclaje y la consolidación de herramientas que conectan a municipios, recicladores y ciudadanía. Sin embargo, especialistas advierten que todavía persisten brechas en educación ambiental, infraestructura municipal y hábitos domésticos, especialmente visibles en ciudades patagónicas como Neuquén.
En el país ya funciona un Directorio Nacional de Recicladores de Plásticos, pensado para facilitar la trazabilidad y el destino de materiales recuperados. Más de 190 empresas integran el circuito formal de reciclaje, que convierte residuos en pellets y nuevos productos, desde mobiliario urbano hasta durmientes y bolsas reutilizables. Esta red se apoya en cooperativas, encargadas de recibir, clasificar y enfardar plásticos recuperados de la separación domiciliaria.
Los avances acompañan una tendencia global y un marco de políticas que busca expandirse. Según datos sectoriales, la tasa de reciclado de plásticos se quintuplicó en las últimas dos décadas, impulsada por inversiones industriales y programas educativos. Aun así, el proceso no está completamente extendido: la separación en origen depende de la voluntad ciudadana y de la capacidad municipal para recolectar y gestionar materiales.
En ciudades como Neuquén, el desafío es doble. Aunque existen iniciativas académicas, comunitarias y empresariales, la falta de campañas sostenidas, la disposición incorrecta de residuos en la vía pública y la escasa infraestructura de reciclaje accesible dificultan el impacto. La implementación real y transversal de la Ley Nacional de Educación Ambiental aparece como una herramienta clave, junto al impulso de una Ley de Responsabilidad Extendida del Productor, que ordenaría y financiaría mejor la cadena.
Mientras tanto, especialistas recomiendan fortalecer la separación en casa y evitar ver los plásticos como desechos, sino como recursos de valor económico y ambiental. Educar a las infancias, mejorar los hábitos urbanos y generar puntos limpios accesibles son pasos esenciales para que la región se alinee con los estándares internacionales de circularidad.


