
La mañana del jueves en Neuquén comenzó con un escenario que muchos vecinos describieron como “una niebla blanca irrespirable”. Polvo en suspensión, humo y condiciones atmosféricas que impedían la dispersión de las partículas generaron un cuadro preocupante en sectores del oeste de la capital, particularmente en Valentina Norte Rural, Parque Norte y la zona de Los Hornitos.
El móvil de Rigo Castaño mostró imágenes en las que la visibilidad se reducía al mínimo, al punto de confundir el ambiente con un día de niebla, aunque el cielo estaba despejado. La situación fue calificada por los propios vecinos como una “pesadilla cotidiana”, ya que se combina con la existencia de microbasurales, quema de residuos y la falta de riego en calles de tierra.
Uno de los puntos más sensibles es el camino que realizan diariamente los alumnos de la escuela Nuestra Señora de la Guardia, quienes deben atravesar terrenos inundados o llenos de basura para llegar a clases. “Los chicos cruzan entre ratas, animales muertos y montículos de desechos. Cuando llueve, literalmente saltan de una montaña de basura a otra para no embarrarse”, describió Castaño.
Los reclamos apuntan a la necesidad de que las autoridades municipales y provinciales refuercen la limpieza y el riego de calles, además de garantizar condiciones seguras de tránsito para los estudiantes.
A este escenario se sumaron denuncias de vecinos de Colonia San Francisco, en Plottier, quienes aseguraron que en las últimas noches el olor a pesticidas utilizados en los cultivos de frutilla era tan fuerte que resultaba insoportable. Los habitantes señalaron que, con la ausencia de viento, el aire se volvió irrespirable e incluso generó malestares físicos.
“Pedimos a la Municipalidad y a las áreas de ambiente que controlen las fumigaciones. No estamos en contra de la producción, pero sí queremos que se respeten las reglas ambientales”, expresaron.
En paralelo, la problemática de contaminación convive con otra alarma social: la aparición de adolescentes armados en barrios del oeste que utilizan paredes como polígono de tiro y luego se exhiben en redes sociales. “Lo más preocupante es que los chicos se jactan de estar armados y celebran la publicación de las denuncias en los medios”, relató el móvil.
El fenómeno se vincula con un patrón más amplio de romantización del narcotráfico y la violencia juvenil, alimentado por la falta de control y por la utilización de menores como parte de circuitos delictivos manejados por adultos.