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Verano con sequías y alto riesgo de incendios en Neuquén

La provincia de Neuquén enfrenta un panorama complejo por la combinación de sequías, escasas lluvias y baja acumulación de nieve, advirtió Horacio Collado, referente del área técnica de la AIC. Según el especialista, estos factores afectan directamente los caudales de los ríos y la disponibilidad de agua en los embalses, elementos clave para el riego, […]

La provincia de Neuquén enfrenta un panorama complejo por la combinación de sequías, escasas lluvias y baja acumulación de nieve, advirtió Horacio Collado, referente del área técnica de la AIC. Según el especialista, estos factores afectan directamente los caudales de los ríos y la disponibilidad de agua en los embalses, elementos clave para el riego, la producción agrícola y el consumo urbano. La alerta surge en un contexto donde la demanda hídrica y energética se incrementa durante los meses de verano, generando preocupaciones sobre la sostenibilidad del recurso en la región.

Collado explicó que la acumulación de nieve durante el invierno fue significativamente inferior a los promedios históricos, lo que limita la cantidad de agua disponible durante la primavera y el verano. Esta situación preocupa especialmente a los productores agrícolas y a las autoridades encargadas del manejo de los embalses, ya que el aporte natural que proviene del derretimiento de la nieve constituye gran parte del recurso hídrico para la provincia. El experto señaló que este déficit es un factor que no puede compensarse con lluvias escasas y que, de mantenerse las condiciones actuales, afectará el ciclo hídrico del próximo año.

Aunque este verano no presenta problemas inmediatos en el suministro de agua, los niveles de los ríos y embalses comienzan el próximo ciclo con caudales muy bajos, lo que genera preocupación sobre la disponibilidad futura para riego, consumo humano y producción de energía hidroeléctrica. Collado destacó que, si bien no hay inconvenientes críticos este año, es fundamental planificar y adoptar medidas preventivas que permitan optimizar el uso del agua, evitando desperdicios y garantizando reservas suficientes para los meses más críticos de la temporada.

El especialista remarcó que, de acuerdo con los registros históricos y las series estadísticas utilizadas por la AIC, es muy poco probable que se registren nevadas significativas a partir de octubre y noviembre, lo que refuerza la necesidad de gestionar de manera responsable los recursos hídricos. Los embalses se manejan bajo normas basadas en estos datos históricos, lo que implica que la falta de nieve y lluvias condiciona la planificación de los caudales y la disponibilidad para distintos usos estratégicos de la provincia.

Este año, las mediciones reflejan un déficit aproximado del 40% en nieve y lluvias respecto al promedio histórico, afectando especialmente la cuenca del Neuquén y otras áreas aledañas. El impacto de esta falta de aportes se traduce en niveles más bajos en embalses y ríos, lo que puede limitar la capacidad de riego y complicar la generación hidroeléctrica, además de incrementar el riesgo de incendios en sectores con vegetación seca. Collado subrayó que la información fue compartida con productores y autoridades locales para planificar un uso más eficiente del agua.

Frente a este escenario, se notificó a las jurisdicciones de Río Negro y Neuquén sobre la necesidad de optimizar el manejo de los embalses, priorizando la conservación de agua para los meses más críticos. Según Collado, mientras mayor sea el volumen de agua retenido, menor será la presión sobre los ríos y mayor la capacidad de respuesta ante posibles sequías prolongadas. Estas acciones son esenciales para garantizar que el agua disponible llegue a los sectores productivos y al consumo doméstico sin comprometer la sustentabilidad del recurso.

Horacio Collado recordó que este déficit no es un fenómeno aislado, sino que se inscribe en un contexto de varios años con aportes hídricos limitados en la región. Aunque el año actual no representa la peor situación registrada, la acumulación de nieve y la falta de precipitaciones continuas hacen que las autoridades y los productores deban prever estrategias de manejo más estrictas, anticipando escenarios de sequía prolongada y posibles contingencias durante el verano. La experiencia de años anteriores demuestra que estas situaciones suelen repetirse y que la planificación temprana es clave para mitigar sus impactos.

Finalmente, el especialista recomendó prever medidas complementarias de ahorro de agua y alternativas de generación energética, considerando que los veranos con alta demanda hídrica y eléctrica pueden generar tensiones sobre el sistema. Collado enfatizó la necesidad de coordinar con los despachos eléctricos y productores locales, adoptando estrategias que permitan garantizar el suministro de agua y energía sin comprometer la sostenibilidad del recurso, anticipando problemas antes de que se conviertan en críticos.

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