
La región andina provincial alerta sobre una potencial crisis hídrica para el próximo verano, tras un invierno más seco de lo habitual, cuyas consecuencias ya se perciben en los inclusive embalses tributarios del río Limay y Neuquén, fundamentales para el abastecimiento. La escasez de nieve acumulada y la falta de precipitaciones significativas son señaladas como las causas estructurales de esta situación preocupante.
Los análisis técnicos de la AIC (Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas) revelan que los caudales que alimentan los embalses presentan reducciones de hasta un 40 % respecto a los promedios históricos. Este dato anticipa un escenario complicado, ya que el verano típicamente exige mayores reservas de agua, tanto para consumo humano como para uso agroindustrial.
La clave del problema se sitúa en la zona alta de la cuenca, donde la acumulación de nieve no alcanzó los niveles esperados y no hubo lluvias abundantes que compensaran esas faltantes. Este déficit invernal compromete seriamente la recarga hídrica que sostiene el sistema de embalses en temporada estival.
Horacio Collado, referente técnico del organismo regional, subrayó que este déficit de recursos hídricos afecta tanto al río Limay como al río Neuquén, cuyos caudales confluyen aguas abajo de la ciudad capital, dando origen al río Negro. El panorama general alarma por el efecto combinado en múltiples cuencas críticas.
Los datos disponibles provienen de una amplia red de estaciones hidrológicas distribuidas desde la zona andina hasta la meseta y los valles, que monitorean caudales, acumulaciones de nieve y precipitaciones. Esta información permite dimensionar con precisión el impacto acumulado del invierno seco en la disponibilidad de agua.
En términos políticos, la advertencia plantea desafíos concretos: la planificación del abastecimiento urbano, la previsión agropecuaria estival y la continuidad del hidroelectricismo en centrales que dependen del derretimiento controlado. La falta de agua podría tensionar tanto los servicios públicos como el bolsillo de las familias y productores.
Especialistas advierten que, de mantenerse esta tendencia, podrían activarse medidas restrictivas en el uso recreacional del agua, como ocurrió en otras regiones durante sequías anteriores. La anticipación y coordinación entre municipios, provincia y la AIC será clave para mitigar el impacto social y productivo del verano.
Este escenario anticipado por fuentes oficiales constituye un llamado de atención urgente para revisar desde ahora las estrategias de gestión hídrica. La combinación entre escenario climático adverso y preparación institucional será el factor determinante para atravesar el próximo verano sin sobresaltos en el abastecimiento esencial.