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Falleció Lolín Rigoni, símbolo de la memoria en Neuquén y el Alto Valle

Lolín Rigoni, una de las fundadoras de la filial Neuquén y Alto Valle de las Madres de Plaza de Mayo, falleció este lunes a los 100 años. Su muerte marca el final de una era, pero también refuerza el legado de una vida dedicada a la búsqueda de justicia y a la defensa de los […]

Lolín Rigoni, una de las fundadoras de la filial Neuquén y Alto Valle de las Madres de Plaza de Mayo, falleció este lunes a los 100 años. Su muerte marca el final de una era, pero también refuerza el legado de una vida dedicada a la búsqueda de justicia y a la defensa de los derechos humanos en la región.

Desde la desaparición de su hijo Roberto “Champa” Rigoni en abril de 1977, su camino personal se convirtió en compromiso público. En plena dictadura, Lolín marchó por primera vez en la Plaza de Mayo y fundó junto a Inés Ragni una sede regional del movimiento. Transformó su dolor en lucha, y su causa individual en una bandera colectiva: “Estamos aquí por los 30.000”, decía sin descanso.

Rigoni fue una presencia inquebrantable en todos los tramos de los Juicios por delitos de lesa humanidad conocidos como “La Escuelita” en Neuquén, desde el primero en 2008 hasta el octavo, concluido en 2024. Sentada en primera fila, con su pañuelo blanco al hombro, acompañó cada audiencia, cada veredicto, cada condena, sin claudicar, incluso cuando el paso de los años hacía más difícil su presencia física.

Celebró con emoción, aunque también con escepticismo, la condena histórica al exjuez Pedro Duarte y al exfiscal Víctor Ortiz, una de las últimas grandes victorias judiciales de la región. “No es revancha, es justicia”, decía. La justicia no borra el dolor, pero dignifica la lucha.

Nacida en 1925 en Daireaux, provincia de Buenos Aires, llegó con su familia a Neuquén en 1965. Desde entonces, su vida se tejió entre el amor familiar, el trabajo, y una fe profunda que siempre la sostuvo. En los años más duros de la dictadura, encontró en el obispo Jaime de Nevares un primer respaldo institucional y en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) de Neuquén un espacio para militar y contener.

En sus últimos años, Lolín no dejó de caminar. Marchaba cada tercer jueves del mes en Neuquén, y en abril de 2024 envió un mensaje grabado para el aniversario de las Madres en la Universidad Nacional del Comahue: “Ustedes son el relevo”, dijo, confiando en las nuevas generaciones.

Le decían que tenía el “corazón calentito”. Tejía redes de afecto entre jóvenes militantes, docentes, estudiantes secundarios, pueblos originarios, trabajadores y trabajadoras. Nunca fue sectaria: acompañó causas diversas, porque su lucha era por la dignidad humana.

Creía en “querer al viento”, en enfrentar la adversidad con alegría, en construir una memoria viva. Fue declarada “vecina ilustre” de Neuquén y su nombre quedará asociado a la calle, la historia y el corazón de toda una provincia.

La noticia de su muerte provocó un hondo pesar en todo el Alto Valle. El gobernador Rolando Figueroa la despidió con respeto: “Su lucha fue la de una madre que nunca se rindió”. Medios, organizaciones sociales, espacios de memoria y referentes de derechos humanos recordaron su legado. Lolín Rigoni no solo crió hijos. También sembró conciencia. Y en esta tierra que conoció la desaparición, el silencio, el exilio y la impunidad, ella fue una llama que no se apagó.


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